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Amigos, agradecemos la atención que dedican a esta página de recuerdo a pilotos desaparecidos, pero nos tememos que la página también puede desaparecer si no nos ayudan a sufragar sus gastos. Leer más...

 

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo, iniciado en 1965, tiene por objeto rescatar del olvido a los miles de pilotos de competición que han entregado la vida en el desempeño de su afición y de su trabajo. Sólo los más notorios de entre ellos (como Jim Clark o Ayrton Senna) son recordados con una cierta frecuencia; pero, hasta los mejores aficionados al deporte del motor suelen sufrir una ingrata amnesia en lo que se refiere a la mayor parte de los desaparecidos. Hay que pensar que, independientemente de que su fin lo encontraran en el ejercicio egoísta de un riesgo asumido, la humanidad les debe agradecer, en muchos casos, su contribución a las mejoras que, incrementando la seguridad para los vehículos de calle o de carreras, se han derivado de los accidentes surgidos al intentar buscar el límite, fundamento de la competición o la acrobacia (véanse los casos de Tony Dennis, Kenny Gritz o Gil Delamare, a quienes ya pocos recuerdan).


Sin reparar en discriminarlos por su condición de profesionales o de modestos aficionados anónimos, se han considerado, en principio, a los pilotos y copilotos de automovilismo, motociclismo y motonáutica de cualquier especilidad (rally, raid, circuito, récord, acrobacia, exhibición) desaparecidos en accidente de competición (ensayos, carrera, pruebas, demostraciones, acrobacia o intento de récord), ampliando el concepto a los muertos en cualquier otro tipo de accidente o siniestro violento que les haya ocasionado una muerte prematura (es el caso de Jenatzy o de los múltiples accidentados in itinere, de los que Hawthorn o Farina serían los ejemplos emblemáticos) e, incluso, a los suicidas o a los fallecidos a cualquier edad a causa de alguna enfermedad (infarto, cáncer, septicemia, neumonía, leucemia) cuyo origen pueda rastrearse en el ejercicio de la competición (como Birkin, Nuvolari, Errea, Hunt, Saville, McQueen, Roberts, Palomo, Hulme, Tormo y tantos otros). Paulatinamente, se irán incorporando los pilotos fallecidos en lo que se ha dado en llamar "muerte natural".


Naturalmente, con este criterio tan amplio parece imposible garantizar que la obra se considere completa o pueda darse por cerrada algún día. En ningún caso se pretende ofrecer una biografía exhaustiva del piloto ni su palmarés completo, puesto que la condensación de datos y la economía de lenguaje son obligados en un diccionario. Por otra parte, este trabajo contiene errores. Los hay en todas las obras de este tipo que hemos tenido que consultar (incluso en las firmadas por los maestros de la historiografía del automóvil), pero en ésta habrá muchos más. Con todo, igual que la justicia debe absolver a un culpable en caso de duda antes que condenar a un inocente, aquí se ha preferido no omitir, condenándolos al olvidos, a los pilotos cuyos datos no han podido ser suficientemente contrastados. Aprovechamos la ocasión para pedir disculpas en el caso de que, en la siguiente relación, también nosotros hayamos incluído como fallecido a alguien que no murió en el accidente objeto de su reseña (véase entrada DiPalma). Somos conscientes de que, además de datos imprecisos o erróneos, las omisiones de este diccionario pueden alcanzar un volumen cuádruple o quíntuple del de los casi 5.000 nombres recogidos (entre 1896 y 2006) –además de más de un millar de espectadores y auxiliares. Pero nos consuela pensar que este es un trabajo de base, susceptible de mejora y ampliación constante. Y, a este respecto, se agradecería a los lectores que comunicaran los errores u omisiones detectados en este diccionario.


No cabe duda de que de la vida de cualquier ser humano se pueden desarrollar interesantes biografías de mil páginas o más, pero las notas biográficas que se ofrecen se limitan a la esfera deportiva del piloto y, en todo caso, añaden alguna faceta de sus cualidades humanas, pero no entran en el campo de su vida privada, familiar o laboral. Se añade también, en otro apartado, una relación de "Víctimas Inocentes", donde se recogen los muertos colaterales de que se ha tenido noticia (espectadores, mecánicos, organizadores, comisarios...).


En cuanto a los topónimos, se conserva, a ser posible, su forma original: (Monte-Carlo, y no Montecarlo; Sanremo, y no San Remo), aunque, ocasionalmente, se traducen a la versión española (Munich, en lugar de München; Indianápolis, por Indianapolis, Mónaco, y no Monaco). En su ortografía, se mantiene la de los documentos originales de la época de que se trate, que ha podido variar con el tiempo (Panadés, Penadés, Penedès; Guipúzcoa, Gipuzkoa).


Las entradas van por orden alfabético del primer apellido (en los varones) o del nombre de pila (en las mujeres); ocasionalmente, son reseñadas por el apodo, lema o seudónimo del piloto, si éste es más conocido que su apellido real ("Eldé", "El Negri", "Levegh", "Mary", "Tiger", "Williams"). En todo caso, se tienen en cuenta la partícula que precede al apellido (DeMontaignac, VonFrankenberg). Lo remarcado en amarillo se encuentra a falta de comprobación o es provisional, sin la redacción definitiva.


Las referencias al final del libro hacen alusión, casi exclusivamente, a las citas sobre la muerte del piloto en el apartado Fuentes, que se complementa con la Bibliografía.


Se podrá objetar que, en ocasiones, hay desproporción entre la "importancia" del piloto y la longitud de su reseña. No es cuestión de importancia; todos los pilotos son para nosotros igualmente importantes, pero de algunos tenemos más datos que de otros.


Octubre de 2006

Mi AGRADECIMIENTO


para todos aquellos sin cuya ayuda no habría sido posible este trabajo:


J.-M. Arritokieta

M. Barrachna

P.-J. Basaldúa

J.-L. Elorrieta

G. A. Engels

J.-C. Etxebarria

J.-F. Gómez

A. Gorrotxategi

Gus

Á. Iturraspe

A. Lago

Lali O.

A. C. López

M. Martín Zurimendi

J. Martínez

F. Muelas

J. Paredes

J. Piget

Rafa P.

doctor Sánchez de la Torre

J.-C. Saldaña

J.-A. Sierra

F. Verplanken

et cetera



The present work aims at preventing thousands of competition drivers who lost their lives during the practise of their hobby and their job from being forgotten. Only the most famous among them (such as Jim Clark or Ayrton Senna) are remembered from time to time; but even the best car racing fans are prone to suffer from a certain ungrateful amnesia as refers to the greatest part of the dead. We must consider that, although it is true that they met their death while selfishly running a previously assumed risk, humankind owes them in many cases improvements which, increasing the safety of commercial or competition vehicles, were derived from accidents occurred during the attempt to reach the limit, which is the base of competition or stunt driving (consider the cases of Tonny Dennis, Kenny Gritz or Gil Delamare, whom very few remember today).


We have basically included car racing drivers and co-drivers, motorcycle riders, motorboat drivers in all specialities (rally, raid, track, records, acrobatics) who were killed during competition accidents (practice, trials, races, tests, exhibitions, perfomances, stunt or record breaking attempts) not taking into account whether they were professionals or modest unknown amateurs; we have extended this approach to those who found a premature death in any other type of accident or violent disaster (as is the case of Camille Jenatzy or of the many killed en route, of whom Mike Hawthorn or Nino Farina may be considered perfect examples) and even the suicides or those who died at any age of some disease or illness (heart attack, cancer, septicaemia, pneumonia, leukaemia) the origin of which might be traced back to the practise of competition (such as Birkin, Nuvolari, Errea, Hunt, Saville, McQueen, Roberts, Palomo, Hulme, Tormo and so many others). We will gradually add the names of drivers who died of so-called “natural death”.


Naturally, with such wide criteria it seems impossible to guarantee that this work will be completed one day. At no time do we presume to give an exhaustive biography of the drivers in question or their complete record since concision and economy of language are essential to a dictionary. On the other hand, this work may contain errors. There are errors in every reference work we have looked up (even in those written by the best motoring historians), but in this work there must be many more. However, just as justice must acquit a guilty person in case of doubt rather than convict an innocent, we have preferred not to omit, and so sentence to oblivion, those drivers whose data could not be sufficiently checked. We want to apologize if in the following roll we have included someone who was not killed in accident (see the entry DiPalma). We are aware that, besides erroneous or imprecise data, the omissions in this dictionary can multiply by four or five the almost 5.000 names we have collected between 1896 and 2005 –with circa 1.000 innocent bystanders. But we are satisfied to think that this is just a beginning and so liable to be continuously improved and expanded. In this respect, we would be thankful to our readers if they should let us know about any omissions or mistakes in the dictionary.


There is no doubt that the life of any human being might be worth a thousand or more pages of interesting biographical writing, but the biographic notes below are limited to the sports activities of the subject and at most include some of his human facets but do not deal with his private, family or professional life. We have included under a different heading a list of “Innocent Bystanders”, where we make mention of any collateral casualties we have had notice of (members of the public, mechanics or crew members, organizers, marshalls…)


Toponyms are written, as far as possible, with their original spelling: (Monte-Carlo and not Montecarlo; Sanremo and not San Remo), although, we have occasionally translated some into the Spanish form (Munich instead of München; Indianápolis instead of Indianapolis, Mónaco instead of Monaco). We have respected the spelling of the original documents, which may have varied with the passing time (Panadés, Penadés, Penedès; Guipúzcoa, Gipuzkoa).


Entries are in alphabetical order of family name (in the case of men) and of Christian name (in the case of women); sometimes, entries may appear under the driver’s nickname or pseudonym if it is better known than his real name ("Eldé", "El Negri", "Levegh", "Mary", "Tiger", "Williams"). In all cases we have included particles preceding surnames (DeMontaignac, VonFrankenberg). Sections highlighted yellow are still provisional or need checking.


Almost all the references correspond to Sources from articles about the driver’s death, which is completed with Bibliography.


It may be argued that in some cases there is a lack of proportion between the “importance” of the driver and the length of his entry. It is not a question of importance; all drivers are equally important to us, but of some we have gathered more information than of others.